Coaching | Resistencia al Cambio

En México apenas el domingo pasado cambiamos al horario de verano, nos toma alrededor de un mes de diferencia hacerlo con respecto a Estados Unidos, primordialmente porque por nuestra latitud gozamos más tiempo en el día de sol. Ese cambio me ha llevado a ver en mi persona o en otros, que comúnmente nos quejamos o preguntamos la razón de adelantar el reloj una hora en el verano. Esa resistencia al cambio, es quizá generalizada, pero más allá de referirse solo al cambio en el reloj, es solo un reflejo de cómo los humanos, nos resistimos a cambiar nuestras formas, especialmente si no podemos evitar tales cambios y son ajenos por completo a nuestro control.

La resistencia al cambio, es multifactorial y aunque en el colectivo de la sociedad hay parámetros similares de una persona a otra, estos tienen trasfondos diferentes. Podemos encerrarlos en miedo a lo desconocido, miedo a la pérdida del control, o pereza ante un cambio de una situación que previamente era confortable. Esas son las razones principales que nos llevan a desdeñar los cambios, a veces vestidos en quejas, otras en ansiedades, pero casi nunca en aceptación y buena voluntad para con ellos. Veamos cómo podemos dar la vuelta a la sartén para que esos cambios, no nos supongan más incomodidad.

Miedo a lo desconocido.

Es un miedo tan natural en el ser humano, que provoca una resistencia al cambio; no sabemos si será mejor o peor lo que hay del otro lado de la colina, tememos que al adoptar un cambio, las cosas sean menos agradables y hasta lesionen nuestros intereses o nuestra integridad. Lo desconocido da miedo, provoca ansiedad y estrés, pero la realidad es que cada día que vivimos, aunque no lo parezca, es desconocido. Sé que tenemos una rutina ir de casa al trabajo, regresar del trabajo a la casa y cada día es lo mismo, ¿Pero y si un neumático se pincha? Habrá que hacer una serie de cambios al trayecto de ese día para volver al destino, no podemos paralizarnos por el miedo, simplemente actuamos sobre la misma marcha; hacemos los ajustes necesarios para que recuperemos la confianza de la situación y en nosotros mismos. Los cambios son iguales, un poco de camino sinuoso y luego disfrutamos el panorama.

Miedo a la pérdida de control.

Unas las ganamos otras las perdemos de manera gentil. La vida está llena de derrotas y de victoria, además por más que seamos controladores, hay infinidad de cosas que no podemos controlar; el tiempo, el clima, la vida, la muerte, la política, la economía, la manera cómo las moscas siempre aparecen para fastidiarnos un picnic o los mosquitos en esas noches donde el silencio se rompe con su zumbido. Aprendemos a lidiar con las cosas que no podemos controlar y seguimos la vida, porque se eso se trata, de seguir adelante y sacar el mejor partido de cada situación.

Pérdida de confort.

El sofá es como un estuche de joyería, ya tiene nuestra forma, de tan cómodo que es no queremos dejarlo. La verdad no es que el sofá sea confortable, es que nosotros con nuestra vida diaria lo amoldamos a nuestro cuerpo. La vida no es para quedarse en un estuche sin movernos, la vida es para ir amoldando situaciones y dejar la resistencia al cambio en el mismo momento que sentimos que todo es “demasiado cómodo”. La inactividad conduce a la pereza, la pereza a renegar del cambio y aquello que no cambia está en procese de decadencia.

Bien volviendo al horario de verano, claro que provoca ciertas incomodidades, especialmente porque debemos instruir a nuestro reloj biológico a adelantarse, igual que nuestro reloj de pulsera o de pared. Yo lo que hice en esta ocasión para abatir la resistencia al cambio, desde el viernes anterior me dormí muy temprano, además el sábado puse una alarma para levantarme como si ya tuviera el horario del domingo, el mismo domingo me levante como cualquier día de trabajo pero ya con el nuevo horario y el lunes, simplemente mi reloj biológico ya estaba habituado. ¿Verdad que podemos sacar ventaja de todo cambio?

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